Neurociencia y formación en Mediación

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FORMACIÓN SECCIÓN DE MEDIACIÓN

“NEUROCIENCIA, CONFLICTO Y MEDIACIÓN”

 MARI LUZ SÁNCHEZ GARCÍA-ARISTA

Colegio de Abogados de Málaga, 12 y 13 de mayo de 2022

La Neurociencia, es la ciencia que se dedica al estudio del sistema nervioso, permitiendo avances en la comprensión del pensamiento, las emociones y el comportamiento.  

MARI LUZ SÁNCHEZ GARCÍA-ARISTA nos mostró como aplicar algunos de los conocimientos alcanzados en las neurociencias, a  situaciones y reacciones comunes en un proceso de mediación. El cómo reaccionamos y actuamos en función de esas emociones que experimentamos y nos permiten transitar desde nuestro primigenio cerebro reptiliano (que opera por impulsos instintivos), reconocer dichas emociones para poder gestionarlas y lograr llegar hasta la elaboración de pensamientos mucho más razonados, trabajados y transformados, que nos permiten el abordaje del conflicto de un modo inteligente a la par que útil y eficaz.

El mediador actúa como un motor para el cambio en el pensamiento y la conducta de las partes envueltas en el conflicto. Se procura generar esa transformación  a través de las preguntas que va formulando a lo largo de las sesiones. Cuando el mediador hace una pregunta, hace responsable a la persona que tiene que responder, de esta forma legítima, empodera y otorga el máximo protagonismo a las partes,  preparándolos para la toma de decisiones y asumir la responsabilidad propia en la gestión del conflicto que les afecta, asimismo los conduce hacia el entendimiento con el otro interviniente, propiciando poder alcanzar el acuerdo ajustado a sus necesidades y a la naturaleza propia del conflicto a dirimir. El lenguaje en general y la formulación de preguntas en particular, son herramientas fundamentales para un mediador. El poder de la palabra y su correcta utilización implica un reto, cual es  desafiarnos a nosotros mismos y encontrar nuevas formas de hacer preguntas,  tarea básica, esencial y  fundamental para nuestro trabajo como mediadores.

A través del curso pudimos conocer como nuestras emociones son contagiosas, es decir  pueden moverse entre nosotros sin que seamos conscientes de ello.  Esto es posible gracias a las neuronas espejo en el cerebro, que reaccionan de manera favorable a la expresión neuronal de las emociones de los demás. Estas neuronas «disparan» en nosotros lo que otros parecen estar experimentando.

El descubrimiento de las neuronas espejo, inició una revolución en nuestra comprensión del modo en el que al interactuar con los demás, usamos el lenguaje no verbal  (gestos, expresiones, posturas corporales, el tono de voz…) para comunicar nuestras intenciones y nuestros sentimientos.  Son estas neuronas las que explican la imitación y la empatía.

La idea de que los seres humanos estamos “cableados para la empatía” es muy atractiva para los mediadores. Esto ayuda a explicar cómo en cierta medida es difícil sostener un comportamiento de confrontación hacia alguien que está siendo respetuoso y empático contigo. Cuando nos demuestran empatía, las personas se sienten reconocidas y escuchadas, sus neuronas espejo empiezan a funcionar y responden con comportamientos de escucha, reconocimiento y empatía con el otro. Una vez que las partes son capaces de escucharse y reconocerse, se hace más sencillo seguir adelante de manera conjunta con el proceso de resolución del problema.

Las partes en disputa, en un proceso de mediación o negociación, vienen unidas a su visión de la realidad, ya que es parte de su identidad. Tenemos una tendencia natural a creer que la forma en la que nosotros vemos el mundo es la mejor. “No vemos el mundo como es, sino como somos nosotros” (Jiddu Krishnamurti). 

«Vivimos en mundos interpretativos» como dijo el biólogo y filósofo chileno Humberto Maturana. 

  • Nuestro cerebro no es capaz de percibir todos los estímulos que le rodean y se ve obligado a elegir
  • Los criterios que usa para elegir unos estímulos u otros actúan como filtros de la realidad
  • Los filtros que cada persona utiliza para interpretar una misma realidad pueden ser muy diferentes. Hay tantos mundos como personas habitando en é.

Nuestros organismos también son fuentes inagotables de estímulos internos, por ejemplo, las sensaciones corporales. Una de las funciones básicas de nuestro cerebro, es la de interpretar la información que le llega de fuera a través de los sentidos externos, que son como sus ventanas al mundo exterior (vista, olfato, oído, tacto, gusto) y de los sentido internos, que son como sus ventanas al mundo interior (propiocepción e interocepción).

Maturana demostró científicamente que los seres humanos no disponemos de mecanismos biológicos que nos permitan saber cómo son las cosas en realidad. Nuestro encéfalo no está capacitado para percibir todos los estímulos que nos rodean y procesar la cantidad ingente de información que genera el mundo. Nuestros cerebros tienen que filtrar la realidad necesariamente; tienen que elegir -en función de un criterio que varía de persona a persona- una pequeña parte de lo que pasa ahí fuera y con esa información crearse una idea del mundo.

  • Saber reconocer e identificar correctamente nuestras emociones y qué tipo de efectos nos producen son herramientas añadidas al desempeño fáctico de nuestra actividad como mediadores. Las emociones provocan cómo nos comportamos y esto, a su vez, genera una serie de consecuencias (los binomios causa-efecto +  sentimos / reaccionamos).

Cada persona percibe estímulos diferentes de la misma realidad porque cada cerebro elige, filtra, en función de distintos criterios.  Cuando decimos que vivimos en mundos interpretativos nos referimos justo a esto: lo primero que cada persona percibe estímulos diferentes de la misma realidad porque cada cerebro elige, filtra, en función de distintos criterios. Y lo segundo que, incluso percibiendo los mismos estímulos, cada cerebro hace una interpretación de los mismos que varía en función de diferentes aspectos como las creencias previas. Todo ello condiciona los sesgos cognitivos particulares de cada persona, genera emociones muy distintas en cada uno de nosotros y crea tantos mundos como personas hay habitando en él.

La tendencia a sesgar en un sentido u otro no es más que un patrón de procesamiento de la información adquirido a base de repetirlo y repetirlo.

¿Cómo sabe el cerebro bajo qué criterio tiene que filtrar la información que le brinda el mundo exterior? ¿En función de qué un buen día decide la dirección del sesgo positivo o negativo que va a tomar y que se repetirá como un patrón en todos los contextos?

Los diferentes estilos de pensamiento comienzan a formarse desde que nacemos. A medida que vamos creciendo, experimentando, observando y relacionándonos con el mundo y las cosas que pasan empezamos a comprender cómo funciona y a generar relaciones causa-efecto. Con el paso del tiempo cada persona va desarrollando su propio estilo explicativo y sobre él basa todas sus interpretaciones del mundo. Al final, las opiniones que emitimos sobre el mundo hablan más de cómo somos nosotros que del mundo sobre el que opinamos. Todos tenemos diferentes maneras de ver la realidad. 

A partir de estas interpretaciones vamos construyendo nuestro sistema de creencias, que funcionan como un marco desde el que interactuamos con el mundo y que se va desarrollando poco a poco, desde la infancia. Muchas de nuestras creencias han sido transmitidas por nuestros padres de manera no intencionada y se instalan en nuestra mente sin que seamos conscientes de su existencia. 

  • Si somos capaces de ver más allá de nuestra resistencia al cambio, si podemos aceptar una nueva historia, un relato ampliado que tenga en cuenta algunas de las informaciones que llegan desde nuestro interlocutor, si podemos dejar de lado algunos de nuestros esquemas previos, si somos capaces de considerar  y tener en cuenta las creencias del otro y aprendemos a  respetarlas,  entraremos en la fase de resolución, que representaría la nueva realidad. Cuando llegamos a este estado, podemos decir que hemos cambiado y hemos ampliado nuestra percepción. Vamos a tener una nueva identidad, una nueva comprensión del mundo y un nuevo conjunto de redes neuronales dotadas de significado.
  • Los seres humanos somos sujetos emocionales porque precisamos de las mismas para poder vivir, otra cosa es saber reconocerlas, identificarlas, gestionarles y transformarlas de modo inteligente, positivo y asertivo. Tarea pendiente. Tarea realmente apasionante.
  • Entender cómo funciona nuestro cerebro es uno de los grandes retos de la humanidad, el conocimiento de los estudios que lo abordan aplicados a los procesos de mediación y negociación implica un interesante aprendizaje, se trata de adquirir conocimientos que enriquecen a los  mediadores a la hora de desarrollar con mejor eficacia su labor como intermediarios, gestores, facilitadores y conciliadores de aquellos conflictos en los cuales intervengan.

El taller fue dinámico, muy participativo, tremendamente interesante, todos los asistentes estuvimos muy atentos a los que Mari Luz nos comentaba, porque nos abrió la puerta a un nuevo campo hasta ahora desconocido y, por tanto, inexplorado para una inmensa mayoría, no solo como profesionales de la mediación sino como personas.  Sin duda, toda una gratificante y estimulante experiencia.

ISABEL VICTORIA QUESADA VILLANUEVA, Abogada Mediadora.